La visita a China a finales de agosto de 2023 de la secretaria de Comercio de Estados Unidos, Gina Raimondo, marcó un avance notable en el diálogo en curso entre Estados Unidos y China. No obstante, la postura estadounidense sigue siendo ambivalente. Por un lado, busca solidificar su dominio tecnológico global y está endureciendo las sanciones contra China en sectores clave. Por otro lado, Estados Unidos desea acceder a las lucrativas oportunidades de mercado de China. En este contexto, Washington está poniendo especial énfasis en el concepto de “eliminación de riesgos” en lugar de un “desacoplamiento” completo.
Al examinar discusiones pasadas entre funcionarios de ambas naciones, resulta evidente que es poco probable que los conflictos estructurales subyacentes entre estas dos grandes potencias cambien en el futuro cercano. Parece haber pocas perspectivas a corto plazo de que Estados Unidos renuncie al control de la industria de semiconductores de China, mientras aún se ciernen incertidumbres sobre la cadena de suministro global.
Estados Unidos ha implementado importantes medidas de control durante el año pasado, incluida una serie de restricciones a la exportación de chips semiconductores avanzados en octubre de 2022. Varias empresas estadounidenses como Applied Materials, KLA y Lam Research han sentido el impacto. En diciembre del mismo año, y posteriormente en agosto, Estados Unidos añadió a una lista negra comercial a docenas de empresas chinas, incluida Yangtze Memory Technologies Corp, un destacado fabricante chino de memorias. En 2023, los aliados de Estados Unidos, a saber, los Países Bajos y Japón, también emitieron regulaciones pertinentes relativas a la exportación de equipos semiconductores.
Además, en agosto, poco antes de la visita de Raimondo, Estados Unidos emitió una orden ejecutiva que exige que las inversiones en la industria china de semiconductores, computación cuántica, inteligencia artificial (IA) y campos relacionados deben ser reportadas a Washington, y ciertas transacciones pueden enfrentar prohibiciones. . También existe un gran interés del mercado en la posible implementación por parte de Estados Unidos de medidas integrales de bloqueo contra las iniciativas de IA de China.
Lo que es particularmente digno de mención es la intención de Estados Unidos de limitar la gama de fabricación de chips chinos a procesos maduros en respuesta a la búsqueda activa de China de ampliar la capacidad en la industria de semiconductores. Además, Estados Unidos está contemplando imponer restricciones a Samsung y SK Hynix para impedirles expandir la producción local de productos relacionados, impidiendo así que China gane participación en el mercado global.
Dado que Estados Unidos no muestra indicios de relajar su control sobre los semiconductores chinos, persisten las preocupaciones sobre la reestructuración y alineación de la cadena de suministro global. La reacción se produce en dos frentes: en el país y en el extranjero.
En primer lugar, dentro de Estados Unidos, la Asociación de la Industria de Semiconductores (SIA) y ciertos fabricantes importantes tienen opiniones diferentes sobre los esfuerzos en curso de los funcionarios de la administración para frenar el crecimiento de la industria de semiconductores de China. Específicamente, la SIA ha advertido que tales acciones pueden poner en peligro inadvertidamente los beneficios derivados de los subsidios relacionados con los chips, impactando así las iniciativas de expansión de la industria dentro de los Estados Unidos.
Además, numerosas empresas influyentes de semiconductores en Estados Unidos sostienen que el gobierno debería realizar una evaluación exhaustiva de las consecuencias de las restricciones a las exportaciones. Sostienen que exportar chips a China no sólo apoya las inversiones internas de las empresas estadounidenses sino que también sostiene los esfuerzos de investigación y desarrollo, manteniendo la ventaja de Estados Unidos en tecnología avanzada. Por el contrario, el conjunto de medidas de control adoptadas por el gobierno estadounidense podría potencialmente incentivar al gobierno chino a impulsar aún más a las empresas locales en el desarrollo de tecnologías de vanguardia, como la industria de chips y la inteligencia artificial. Esto, a su vez, puede llevar a las empresas estadounidenses a perder oportunidades de crecimiento en el mercado de exportación más grande del mundo, erosionando en consecuencia el liderazgo de Estados Unidos en tecnologías pioneras.
Por lo tanto, los actores de la industria, incluidos Intel, NVIDIA y Qualcomm, han apelado al gobierno de Estados Unidos para que suspenda la implementación de una nueva ronda de prohibiciones de exportación a China. Sin embargo, aún no han recibido una respuesta favorable.
En segundo lugar, la estrategia estadounidense de limitar el crecimiento de la producción de chips chinos a procesos de fabricación maduros requiere la colaboración con aliados, en particular Corea del Sur, que tiene importantes inversiones en China. Samsung y SK Hynix, ambas empresas surcoreanas, actualmente operan fábricas de memoria en China, por lo que Estados Unidos está contemplando ejercer presión sobre estas instalaciones surcoreanas para desalentar la expansión de la fabricación de productos de proceso maduro en China.
En cuanto al impacto en la industria de semiconductores de Taiwán, se prevé que Estados Unidos exigirá a las empresas estadounidenses que informen a Washington sobre sus inversiones en los sectores de semiconductores, computación cuántica e inteligencia artificial de China, y se prohibirán algunas transacciones. Si bien no se espera que este control afecte gravemente a las fábricas taiwanesas, en el futuro se debe prestar atención a si Estados Unidos implementará medidas integrales contra los esfuerzos de IA de China. En tal escenario, si los chips suministrados por empresas como NVIDIA y Advanced Micro Devices (AMD) no pueden enviarse a China, podría afectar indirectamente la entrada de pedidos de la cadena de suministro relacionada con la IA de Taiwán.
A medida que Estados Unidos amplíe los controles sobre los procesos de fabricación chinos desde etapas avanzadas hasta etapas maduras, el impacto en las fábricas taiwanesas que operan en China será relativamente limitado. Históricamente, las relaciones a través del Estrecho han sido tensas y se han establecido controles estrictos. Las empresas de semiconductores de Taiwán tienen sólo una participación mínima de la capacidad de producción en China. Por el contrario, una contención efectiva de la expansión de la fabricación de chips de China por parte de Estados Unidos en el futuro podría potencialmente disminuir la gravedad de las interrupciones a mediano y largo plazo en la cadena de suministro global y las guerras de precios que afectan a las fundiciones de obleas de segundo nivel de Taiwán.
Sin embargo, si las políticas de control de semiconductores de Estados Unidos dirigidas a China son excesivamente amplias y poco claras, pueden aumentar la incertidumbre del mercado y llevar a Beijing a intensificar las contramedidas. Por lo tanto, la industria de semiconductores de Taiwán debe actuar con cautela al responder a la dinámica futura del mercado.