Un sabio economista de centro izquierda me sugirió recientemente que la administración Biden se enfrenta a un trilema: les gustaría (1) aumentar el gasto en programas que consideran importantes, (2) no aumentar los impuestos a quienes ganan menos de 400.000 dólares al año, y (3) poner la política fiscal en una senda sostenible. Pero la cruda realidad es que sólo pueden tener 2 de los 3.
El presupuesto recién publicado por el Presidente opta por renunciar a la sostenibilidad fiscal. Como señala el Comité para un Presupuesto Federal Responsable, incluso en el improbable escenario de que el Presidente consiga todo lo que quiere en el Congreso y su proyección económica resulte ser correcta, «la deuda alcanzaría un nuevo récord en 2027, pasando del 98 por ciento del PIB a finales de 2023 al 106 por ciento para 2027 y al 110 por ciento para 2033».