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ECONOMÍA

Bruselas prepara la vuelta a la disciplina fiscal y España responderá con un aumento del déficit


El Banco de España ha publicado su tradicional informe trimestral en el que actualizan las previsiones para la economía española. En un contexto de desaceleración a nivel europeo, la demanda externa y el sector servicios diferencian a España de sus vecinos de la Eurozona y firmará uno de los mayores avances, al crecer su PIB un 2,3% este año pese a las señales de preocupación del mercado laboral y de los indicadores de actividad empresarial que dibujan un final de curso “menos dinámico”, según el director de Economía y Estadística del BdE. En 2024, el PIB crecerá un 1,8%, cuatro décimas menos de lo previsto en junio. Y el recorte de producción del petróleo provoca un empeoramiento de las expectativas de inflación, cuya tasa media será del 3,6% este año.

Uno de los puntos llamativos del informe son las recomendaciones. En esta edición, la institución ha vuelto a poner sobre la mesa en su escenario de riesgos la persistencia del déficit. El organismo liderado por Pablo Hernández de Cos señala la senda de reducción de déficit este año con ingresos históricos, pese a que las prestaciones sociales absorben prácticamente la mitad del gasto.

En un nuevo escenario de aumento de costes de financiación por la subida de los tipos de interés y de reactivación de las reglas fiscales, el fin de los impuestos temporales y de los ingresos extraordinarios por la inflación pronosticaría un repunte del déficit público que aleja a España de los objetivos fiscales.

En recientes análisis del banco central venían avisando de que el nivel histórico de ingresos públicos se estaba sustentando en la inflación y en los gravámenes temporales, una especie de parche para las cuentas públicas que provocará un repunte del déficit hasta el 4,1% en 2025una vez se borren estos ingresos coyunturales.

Estas recomendaciones se realizan de forma paralela a la negociación de las nuevas reglas fiscales, el retorno a la normalidad de control de deuda y déficit público. La Comisión Europea pedirá volver a colocar los números rojos por debajo del 3% del PIB desde el próximo ejercicio, mientras el Eurogrupo todavía debe negociar las condiciones del retorno a la disciplina fiscal.

Crecimiento firme pese a la desaceleración

Tras sufrir el mayor impacto por la pandemia en la Eurozona, la recuperación se terminó por conseguir el pasado ejercicio. El INE mejoró al 5,8% el crecimiento de 2022, 1,3 puntos en total más de lo previsto desde la pandemia. Sin embargo, esta revisión no la ha incorporado el Banco de España. Lo que sí incorpora son las revisiones previas de los datos trimestrales que benefician a la tasa de 2023 de un ‘efecto arrastre’ positivo.

Hasta ahora, tanto los servicios vinculados a la hostelería y el turismo demuestran una mayor resistencia de la economía española respecto a otros países del área euro, explica el Banco de España. También influye que España esté menos expuesta a la “rápida desaceleración” de la economía china que otros países europeos. Y, esencialmente, el mercado exterior que tanto sorprendió en el primer trimestre, aunque las expectativas para lo que queda de año y el próximo 2024 se hayan enfriado. Con todo, los riesgos miran a la baja.

El consumo privado y la inversión serán el motor del PIB en 2024

La moderación prevista del comportamiento del sector exterior y el impacto de la política monetaria no será suficiente para que la economía quede plana o caiga a terreno negativo y España ‘salvaría’ el frenazo o la temida recesión. Con todo, la economía crecería un 0,3% en el tercer trimestre, una décima menos que en el segundo trimestre y dos menos que en el primero por la moderación de la afiliación y los datos negativos del PMI compuesto, es decir, de la actividad de las empresas manufactureras y de servicios.

De cara al final de año destaca que el recorte de la producción de petróleo es el principal motivo que justifica una tasa de IPC general cuatro décimas más elevada en 2023. Así, la inflación general variará de media un 3,6%. En todo caso, la inflación de este año está sesgada a la baja por la bonificación sobre el IVA de los alimentos, cuyo retiro previsto impulsará la tasa general hasta el 4,3% en 2024.El ‘pico’ será en primavera de 2024, con una tasa general del 5% por el efecto base de los precios energéticos.

Aunque las expectativas para 2024 son más bajas sobre el papel (recorta 0,4 décimas), el avance del 1,8% previsto se apoya en un “mayor vigor” de la actividad, justificado por la recuperación del sector exterior, el impulso de los fondos europeos y la mejora de las rentas reales de los hogares, aunque la ventana de un impacto de la escalada de los tipos de interés más negativo de lo previsto queda abierta. El próximo año, tanto el consumo privado como la inversión sustituirían al sector exterior como ‘motor’ de la economía.

El Banco de España mantiene sus previsiones para la tasa de paro prácticamente intactas, salvo una mejora de dos décimas este año. Así, el desempleo quedaría en el 12% por los buenos datos cosechados en el primer semestre y durante los próximos ejercicios mejorará en línea con las horas trabajadas y la propia actividad.

Salarios y márgenes

La evolución de los salarios está siendo contenida y moderada, por lo que Carlos Thomas, director general Adjunto de Economía e Investigación del banco central considera que se están evitando los temidos efectos de segunda ronda, la conocida como espiral de salarios y precios.

Por su parte, los datos compartidos por la entidad explican que la traslación de costes al precio final de las empresas industriales no está asumiendo todo el incremento. Es decir, teniendo en cuenta la heterogeneidad entre empresas, la traslación promedio de cada euro de incremento de costes es de 0,8 euros extra para el precio del consumidor final.

En todo caso, el repunte de los salarios tras el impacto negativo de la inflación sobre el poder adquisitivo de los hogares, y la intensa recuperación del excedente bruto empresarial, todo apunta a una normalización de estos indicadores. “Los excedentes empresariales absorberían una parte del impacto del aumento de los costes laborales unitarios sobre la inflación doméstica”, explican, apuntando a que esta hipótesis comienza a probarse en España y en el conjunto de la Unión Monetaria.





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