La Ley de Reducción de Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) es "un plan serio discrimina a Europa", así lo dijo la directora de Marcegaglia Holding, Emma Marcegaglia, durante el panel La ayuda estatal estadounidense para las empresas y la reacción europea", dentro del XVIII Festival de la Economía de Trento (Italia), organizado por el diario económico italiano El sol las 24 horas y la región de Trentino, con elEconomista.es como socio de medios.
Esta visión choca con su colega de mesa, el presidente de Transatlantic Leadership Network en la Johns Hopkins University, Daniel S. Hamilton que aseguró que este plan establece una colaboración entre aliados. El experto recordó que hay una cláusula en esta ley que especifica que los componentes deben venir de países con los que Estados Unidos tiene un acuerdo de libre comercio"y nosotros tenemos un acuerdo con la Unión Europea, por lo que no entiendo la preocupación", aseveró el experto.
Como contexto, esta ley promulgada por la administración Biden implica ayudas de 430.000 millones de dólares e incluye exenciones fiscales. En concreto, el documento reza que los que compren vehículos eléctricos nuevos que hayan sido ensamblados en Estados Unidos tendrán exenciones fiscales. Pero tiene una cláusula que limita el origen de los minerales críticos utilizados para fabricar las baterías. Además, añade que los componentes de estas baterías deben ensamblarse o fabricarse entre sus fronteras.
Al mismo tiempo, esta normativa establece que los proyectos de energía solar que quieran tener un crédito del 30% podrán aumentar su crédito fiscal en un 10%, es decir, un 40% del totalmediante la compra de elementos producidos dentro del país. Según la norma, el 100% del acero y del hierro deben ser fabricados en Estados Unidos.
Marcegaglia hizo una comparativa durante su intervención entre los planes llevados a cabo por Europa y los Estados Unidos con el que esclareció las grandes diferencias entre los planes de Europa para descarbonizar su economía y reducir la dependencia de terceros frente a EEUU: "Europa se quedó atrás porque lo hace de un modo más ideológico a través de reformas, legislación y burocracia. Los Estados Unidos son más pragmáticos, lo hacen a través de créditos a las empresas y familias que invierten, una dimensión muy significativa", comparó.
En este sentido, la presidenta aseguró que lo que le falta, precisamente, a Europa para convertirse en líder dentro de la transición energética es dejar atrás las subvenciones y empezar a "otorgar créditos fiscales a las familias y empresas que invierten en la transición ecológica". Con todo, fue muy crítica con la IRA, asegurando que "por fabricar coches eléctricos en Estados Unidos te dan 800 millones, mientras que en Europa recibes 150".
Llegados a este punto, ambos ponentes llegaron a elementos comunes a lo largo del panel. Tanto Emma Marcegaglia como Hamilton resaltaron que pasar de la dependencia del gas ruso a la dependencia de los componentes chinos para la transición energética "es un lujo que no nos podemos permitir".
Por su parte, la secretaria general de OCSE, Fabrizia Lapecorella, hizo una fuerte disertación a favor de la "coordinación internacional" para establecer una transición energética eficiente. La experta felicitó a los países por poner "la política industrial dentro de la política económica, algo que hacía mucho tiempo que no pasaba". "La preocupación verdadera de los países industrializados debe ser aquella de responder de inmediato a los problemas económicos, pero teniendo la perspectiva de asegurar la necesaria coordinación internacional", aseveró.
Finalmente, la directora general de Bruegel, Maria Demertzis, aseguró que está muy bien que los Estados Unidos se hayan unido a la Unión Europea en el ámbito de la descarbonización de la economía pero sentenció que "el cambio no será posible si no nos sentamos todos juntos en la mesa de negociaciones, incluso los países que no son nuestros amigos".
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