He reservado tantos días vacíos como he podido este verano para lograr avances significativos con mi próximo libro y, además de escribir, he estado releyendo algunos libros antiguos. Uno de ellos es el clásico Trust In Numbers: The Pursuit of Objetivity in Science and Public Life de Theodore Porter. Para aquellos que no lo han leído, es una exploración histórica de la búsqueda de la cuantificación en los ámbitos económicos (contabilidad, análisis de costos y beneficios) como expresión de objetividad. Un argumento central es que la afirmación de una objetividad cuantificada es una señal de la falta de poder de un grupo y no lo contrario; Los grupos o personas poderosos esperan que se confíe en su criterio.
Esto es contrario a la intuición si uno ha leído con tanta frecuencia que el uso de números es la forma en que los economistas y otros ejercen el poder social y político. Pero el argumento que plantea Porter es convincente, ciertamente en lo que respecta a los orígenes históricos de la cuantificación. También reconoce que la objetividad se ha convertido en una característica deseada de las sociedades gobernadas por el Estado de derecho: “Una decisión tomada en función de los números… tiene al menos la apariencia de ser justa e impersonal. La objetividad científica proporciona así una respuesta a una exigencia moral. … La cuantificación es una forma de tomar decisiones sin que parezca que lo estás haciendo”. Pero añade: “La objetividad otorga autoridad a funcionarios que tienen muy poco de sí mismos”. De modo que los números tienen el doble propósito de señalar imparcialidad y, por lo tanto, otorgar autoridad a quienes los producen: “La reputación de grises de las cuentas y estadísticas ayuda a mantener su autoridad”.
Mi libro será todo menos gris. Se trata de analizar cómo se construyen las estadísticas económicas y cuán inadecuadas se han vuelto como métricas del progreso social (o su ausencia) dados los cambios impulsados por la tecnología en la estructura de la economía, así como los imperativos de hacer que el medio ambiente cuente. Estos cambios han estado ocurriendo al menos desde mi primer libro. El mundo ingrávido se publicó hace 26 años, pero el proceso social de construcción de las estadísticas es lento y se lleva a cabo dentro de la comunidad experta de estadísticos nacionales. Pensar en cómo reemplazar lo que tenemos ahora –dadas las cuestiones que destaqué en el PIB– implica algunas preguntas profundamente conceptuales y filosóficas.