Mucho se ha dicho acerca de cómo la confianza ayuda a un comerciante a ejecutar mejor las ideas, pero un poco de duda también podría ser bueno.
“Repensar es un conjunto de habilidades, pero también es una mentalidad”, escribió el autor y psicólogo estadounidense Adam Grant es su libro Piensa otra vez.
Para la mayoría de nosotros, nuestro conocimiento y creencias tienden a formar una especie de zona de confort en la que preferimos permanecer en lugar de explorar la llamada «incomodidad de la duda».
Grant explica que el acto de cuestionar nuestro conocimiento y opiniones puede ser desconcertante ya que hace que el mundo parezca más impredecible.
“Requiere que admitamos que los hechos pueden haber cambiado, que lo que una vez estuvo bien ahora puede estar mal”. el escribio.
En un entorno estresante y acelerado como el de las operaciones de cambio de divisas, normalmente se recurre a respuestas automáticas bien aprendidas, posiblemente sin tener en cuenta algunos factores que hacen que la situación sea ligeramente diferente.
Por supuesto, esto no significa que deba abandonar sus «instintos comerciales» por completo. En cambio, debes apuntar a ese punto dulce entre la confianza y la humildad.
Para la mayoría de los comerciantes, particularmente los más experimentados, la sobreestimación de su conocimiento y habilidad podría ser perjudicial si les impide cuestionar y refinar sus estrategias comerciales.
En otras palabras, tener dudas sobre sus operaciones y cierto grado de «síndrome del impostor» podría ayudarlo a mejorar su rendimiento en general.
El síndrome del impostor se define como un patrón psicológico en el que un individuo duda de sus habilidades, talentos o logros. A pesar de la evidencia externa de su excelencia, alguien con síndrome del impostor tiene el miedo persistente de ser expuesto como un fraude.
Grant menciona tres ventajas del llamado síndrome del impostor:
- Puede motivarnos a trabajar más duro. Cuando nos sentimos como impostores, sentimos que tenemos más para demostrar y ganar nuestro mérito.
- Puede alentarnos a trabajar de manera más inteligente. Cuando no estamos seguros de si vamos a ganar, no tenemos nada que perder si replanteamos nuestra estrategia.
- Puede hacernos mejores aprendices. Tener dudas sobre nuestros propios conocimientos y habilidades nos hace más abiertos a aprender de los demás.