“Estoy aquí por tener demasiado talento”. Es lo que afirma un timador desde la cárcel en el magistral mediometraje del cineasta Luis García Berlangatitulado “Se vende un tranvía”. El profesor e investigador en la Escuela de Negocios de Harvard, Eugene Soltes, advierte que los cerebros de delincuentes de cuello blanco muestran algunas superioridades que les brindan ventaja en la comisión de irregularidades en sus puestos de trabajo. Es lo contrario al pensamiento norteamericano de la década de los treinta, cuando se llegó a asegurar que los criminales eran “orgánicamente inferiores”. Quienes incumplen las normas u observan conductas poco éticas no son estúpidos y, por eso, todo profesional de cumplimiento se enfrenta a personas con competencias intelectuales sorprendentes.
En la zona gris
Destacan sus habilidades moviéndose por zonas grises. Sueltas se refiere a David A. Thatcherun exitoso directivo que en 2004 fue condenado a prisión por un fraude contable que incrementaba los ingresos de su empresa, Camino critico. Afirmaba que “un 10 por ciento de las transacciones son completamente limpias y no plantean dudas en cuanto al reconocimiento de ingresos”. Pero añadía que “un 70% se sitúan en el área gris”. Sobre esta base, concluía que “virtualmente, cada ejecutivo corporativo, cada CEO y CFO, se aventurará en esa área gris”. La habilidad para sembrar la duda y mezclar conceptos surge de forma natural en quienes son hábiles engañando. Es falaz encubrir irregularidades bajo la imposibilidad de desarrollar una conducta ética exenta de riesgo, como tantos infractores alegan.
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