Para Juan Aznar, de Mutuactivos, 2023 está siendo un año excepcional para la industria, con un 10% de crecimiento. Y para 2024 es optimista, independientemente de lo que pase en los mercados. Por dos razones: “La inversión colectiva demuestra una agilidad importante para implementar soluciones de ahorro e inversión en cualquier momento del ciclo económico, y el esfuerzo de los participantes del sector por mejorar la educación financiera. Es lluvia fina, no cambia de la noche a la mañana”
Una pedagogía financiera que debe extenderse a la inversión sosteniblepor la que parecen apostar todos los actores, menos el inversor real promedio. Como dice Ángel Martínez-Aldama, presidente de INVERCO, “si no trasladamos a los minoristas las ventajas de los productos sostenibles podemos llegar a una disociación entre reguladores, supervisores e industria de aquellos que tienen que financiar con su dinero esa transición hacia una economía sostenible”.
Sostenibilidad: con la regulación hemos topado
Los representantes de la industria se mostraron especialmente disconformes con la falta de claridad y la lentitud en la armonización de la regulación en materia de inversión sostenible. La lucha contra el lavado verde que lidera la Unión Europea y las nuevas métricas centraron buena parte de las críticas de los gestores de fondos, en particular el llamado brecha de datos: la falta de datos confiables de las empresas en las que invertir y la concentración de la gestión de esos datos por determinadas firmas.
En el caso español destaca en especial la revolución sostenible que vive el sector primario, donde la conexión entre inversores y el tejido productivo pasa por la existencia de entidades, como las cajas rurales, que conocen de cerca la realidad del campocomo destacó el presidente de la Asociación Española de Cajas Rurales, Ernesto Moronta.