Una India democrática y en rápido crecimiento beneficiaría no sólo a los indios, sino al mundo entero. Desafortunadamente, el camino que sigue actualmente el gobierno del Primer Ministro Narendra Modi –que incluye abrazar el chauvinismo hindú y reimponer controles al comercio– está llevando al país en la dirección equivocada.
MUMBAI – Hace unas décadas, la India era un actor relativamente menor en el escenario mundial. A pesar de su tamaño y su vasta población, el país se enfrentó a lo que peyorativamente se conoció como la “tasa de crecimiento hindú”, con un PIB aumentando a un tibio ritmo anual del 4%, o 2% per cápita desde 1947, cuando obtuvo la independencia, hasta la década de 1980.
Cómo han cambiado las cosas. La economía de la India se ha convertido en una de las de más rápido crecimiento del mundo, con un PIB que ha aumentado a una tasa promedio anual del 6,2% desde 2006. Pero, ¿podrá la India mantener este impresionante desempeño?
Una de las razones por las que la economía independiente de la India tardó tanto en crecer rápidamente es que el gobierno reguló fuertemente la actividad económica interna durante décadas, imponiendo controles estrictos al comercio internacional y desalentando la inversión extranjera. Pero en 1991, una profunda crisis económica obligó al gobierno de la India a implementar reformas que abrieron el camino para una rápida expansión del comercio. La participación de la India en las exportaciones mundiales aumentó del 0,5% en 1991 al 2,6% en 2022, y su participación en el comercio de servicios comerciales alcanzó niveles aún mayores, lo que contribuyó a un fuerte aumento de los ingresos.
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